"Nos han condenado por una denuncia falsa de los que se supone que tienen que defenderte"


"Nos han condenado por una denuncia falsa de los que se supone que tienen que defenderte"
Protesta, el 16 de junio de 2011, ante las 
Cortes de València. / ACAMPADA VALENCIA
Juzgado de lo Penal número 6 de València ha dictado sentencia contra cinco manifestantes que participaron en protestas con motivo de la constitución de las Cortes de València de signo popular. En el duro fallo se les condena a penas que van desde los 13 a los 23 meses por atentado, lesiones a la policía y resistencia, así como al pago de indemnizaciones a los agentes implicados.“La sentencia me parece patética. El fallo, te pones a leerlo, y te entran ganas de llorar. Te preguntas si la jueza vio lo mismo que vimos el resto en la sala”, denuncia Noemí, madre de una de las personas condenadas.

Los hechos se remontan a junio de 2011, en plena efervescencia del movimiento 15M. En el transcurso de una concentración pacífica, que se inició la noche antes con una acampada a las puertas de las Cortes Valencianas,
la policía nacional cargó contra los manifestantes con el resultado de 18 heridos: 8 policías con heridas leves y 10 manifestantes con heridas de diversa consideración, algunos de los cuáles tuvieron que ser atendidos por traumatismos craneoencefálicos y fracturas.

La propia Mónica Oltra, actual vicepresidenta de las Corts, quien se ofreció para atender en el momento a los detenidos, denunció ante los medios lo sucedido: “Todo el mundo ha dicho lo mismo, incluido los medios de comunicación. Un policía sin identificar ha entrado donde estaba manifestándose la gente y se ha liado a palos con una mujer indefensa en el suelo (…). Encima han detenido a cuatro chavales, que lo único que están haciendo es ejercer su derecho a manifestarse pacíficamente. Lo que no hay derecho es que algunos den rienda suelta a su violencia, amparándose en su uniforme policial”.

"Alguno de los policías ni tan siquiera recordaban en qué lugar del cuerpo había sufrido la agresión", denuncia una madre de los detenidos.

Los cinco manifestantes han sido condenados pese a las contradicciones en las versiones policiales –se llegaron a presentar varios atestados antes del juicio–, los numerosos testimonios a favor de los defendidos –excluidos por la posible amistad con los detenidos– o las grabaciones de los hechos, rechazados por el juzgado con la excusa de que los altercados comenzaron dos o tres minutos antes de empezar las grabaciones “La policía iba a esperar tres minutos a responder frente a las agresiones de los manifestantes”, ironiza Noemí.

Durante el juicio todos los implicados tuvieron la sensación de que había quedado “muy evidente la falta de coherencia en las declaraciones de los policías y nosotros habíamos presentado pruebas muy contundentes. En todos los vídeos [aportados por las cadenas de televisión] no se ve ninguna agresión. Sólo se ve resistencia”, expone Noemí. El caso más sorprendente es quizá el lanzamiento de unas tijeras que, según denunció un policía, le produjo un corte en el labio de 3 cm. “En los vídeos se aprecia, fotograma a fotograma, que el condenado está siendo detenido al mismo tiempo que unas tijeras caen. Además, tampoco se aprecia sangre o ningún corte en el policía”, explica Noemí. “Alguno de los policías ni tan siquiera recordaban en qué lugar del cuerpo había sido la agresión a pesar de estar reclamando una indemnización por ésta”, continúa.

"No existe motivo alguno para dudar de la fiabilidad de los testigos del Cuerpo Nacional de Policía", resuelve la juez

A pesar de que la propia jueza reconoce “que alguno de los agentes pudo extralimitarse puntualmente en el uso de la fuerza”, justifica su resolución en otro sentido: “En el caso que nos ocupa, no existe motivo alguno para dudar de la fiabilidad de los testigos funcionarios del Cuerpo Nacional de Policía, resultando absurdo sostener que estos testigos faltan a la verdad en sus declaraciones puesto que no conocían absolutamente de nada a los acusados, y no alcanzamos a entender qué interés pueden tener en perjudicar a los acusados”.

Diagonal habla con María G. y Pau T., dos de los cinco condenados que tenían 18 y 22 años en el momento de los hechos. María se encuentra en estado de shock tras la sentencia “no me puedo creer que se cometa una injusticia tan grande”. María está embarazada y su mayor miedo es entrar en prisión y “tener que separarse de mi hijo por esta condena”. En cambio, Pau T. siente como que “no me ha pasado nada, porque no he hecho nada, ni miedo ni culpabilidad ni nada”, y a continuación carga contra la corrupción que hay en parte del cuerpo policial: “Produce una impotencia máxima, a nadie le gusta que lo condenen por una denuncia falsa por los que se supone que tienen que defenderte. Habría que ponerlos de patitas en la calle”. Se trata de una condena doble por los cuatro años transcurridos desde los hechos y por la juventud de unos implicados que van a ver perjudicado su futuro. Todas las personas contactadas por este periódico han expresado su deseo de recurrir en bloque la sentencia por su dureza y arbitrariedad.

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