Debate a cuatro programado, aburrido y sin soluciones de empleo

El tándem Sánchez-Rivera contra Rajoy e Iglesias en un debate aburrido y sin sorpresas
Pocas conclusiones se pueden extraer del debate a cuatro celebrado anoche entre los candidatos a la presidencia del gobierno. La rigidez en la estructura del formato, dejaron paso a una sucesión de monólogos en el que Sánchez y Rivera atacaron de manera continuada a Rajoy e Iglesias. Un debate demasiado encorsetado y aburrido en el que hubo poco espacio para el lucimiento personal de los candidatos. La expectación creada alrededor del primer y único debate que se va a celebrar antes de las elecciones del 26J, dejó unas sensaciones anodinas que poco va a influir en la intención de voto de las y los electores.


Mariano Rajoy fue quizá el candidato que menos arriesgó, tal vez porque su estrategia se basaba en adormecer constantemente el debate. Pedro Sánchez dirigió sus ataques contra el actual presidente del gobierno y contra el líder de Unidos Podemos. Por su parte, Albert Rivera hizo lo mismo que el líder socialista, y Pablo Iglesias dirigió buena parte de su discurso contra las políticas aplicadas por el Partido Popular.

Economía y empleo

Economía y empleo fue el primer tema que abordaron los cuatro candidatos. En él, Sánchez, Rivera e Iglesias intentaron desmontar el triunfalismo con el que el líder del Partido Popular trataba de ensalzar sus políticas en el ámbito laboral. Para Rajoy, el 75% de los empleos que se crean actualmente son de carácter fijo y el otro 25% temporal. También destacaba la creación de un millón de puestos de trabajo en los dos últimos años de legislatura, y resaltaba la solidez con la que la economía está creciendo en el Estado español.

Algo con lo que Sánchez no estaba para nada de acuerdo, “nueve de cada diez son contratos temporales”, espetaba el líder socialista. “Proponemos subir el salario mínimo interprofesional”, continuaba Sánchez, pero sin determinar la cantidad a aumentar. “Los ricos van a pagar más y vamos a negociar con Bruselas una nueva senda para reducir el déficit”, afirmaba el líder socialista.

Al mismo tiempo, Iglesias ponía de manifiesto el fracaso de la política económica del PP y proponía la derogación de las dos últimas reformas laborales, además de garantizar el acceso a la vivienda como un derecho real. “La afiliación a la Seguridad Social se ha reducido en 1,7 millones de personas”, matizaba Iglesias, e insistía en la necesidad de recuperar los 45 días de indemnización por despido que la reforma laboral del PP había bajado hasta 22 días.

Rivera, mientras tanto, incidía en la importancia de suprimir las cuotas que deben pagar los autónomos en caso de que estos “no lleguen al salario mínimo”. Asimismo, proponía una inversión de 2,3 millones de euros en I+D+i para “modernizar nuestra economía” y ofrecía a los demás candidatos su deseo de alcanzar un gran pacto por la Educación.

Políticas sociales


El segundo de los apartados con el que los candidatos empezaron el segundo bloque fue el capítulo dedicado a políticas sociales. Para Iglesias, el problema principal es la falta de ingresos y la desigualdad salarial entre hombres y mujeres. Por otro lado, recordó la necesidad de “aplicar políticas expansivas” como único modo de salir de la recesión.

Las pensiones fueron otro tema con el que Iglesias también se comprometió a tocar. “Ninguna pensión por debajo de los 600 euros”, garantizaba el líder de Unidos Podemos. Hacía lo propio con el salario mínimo interprofesional, “800 euros los dos primeros años de legislatura y 950 euros los dos siguientes”, remarcaba Iglesias, mientras le señalaba a Sánchez que se equivocaba de adversario al atacarlo a él en vez de a Rajoy.

Para Rajoy, “el 60% del gasto presupuestario se destina a políticas sociales” y la mayoría de las políticas aplicadas en esta última legislatura han estado encaminadas “a preservar los pilares fundamentales del Estado de bienestar”. El líder popular vaticinaba la creación de dos millones de puestos de trabajo para la próxima legislatura, algo que repitió en varias ocasiones a lo largo del debate.

La no imposición de recortes, pese a lo que digan desde Bruselas, y la negociación de una nueva ruta para reducir el déficit, resultan factores clave para Rajoy a la hora de proseguir la senda de la recuperación económica.

En este apartado, a Rivera se le veía más preocupado por desprestigiar a Iglesias que por exponer políticas sociales alternativas a las del Partido Popular. Acusaba al líder de Unidos Podemos de querer abandonar el euro, de intentar derogar todo y no proponer nada. Además, garantizaba su deseo de invertir en la lucha contra el fraude fiscal y por otro lado, aplicar de forma igualitaria la Ley de Dependencia en todos los territorios del Estado español.

Para Sánchez, resulta imperiosa la necesidad de derogar la última reforma laboral, acabar con el copago farmacéutico, recuperar la sanidad pública e invertir el 7% del Producto Interior Bruto en este terreno. La universalización de la Educación de 0 a 18 años y los ataques continuados contra el líder de Unidos Podemos, ocuparon el resto de sus intervenciones en esta materia.

Sobre violencia machista tan solo se habló durante 22 segundos, a pesar de los intentos de la moderadora, Ana Blanco. Solo Pablo Iglesias, que empleó nueve segundos, y Pedro Sánchez, 13, trataron por encima el tema. A Rajoy y Rivera parece no interesarles una lacra social que ya se ha cobrado la vida de 846 mujeres desde 2003.

Regeneración democrática

Este fue el territorio en el que Mariano Rajoy tuvo más dificultades. Los constantes casos de corrupción a los que el Partido Popular ha tenido que hacer frente en los últimos años, han servido para que los demás candidatos lo pusieran contra las cuerdas en alguna que otra ocasión.

Pablo Iglesias ponía encima de la mesa los 2.000 euros que la corrupción cuesta cada año a cada ciudadano y ciudadana. La suma de más de 48.000 millones de euros que los casos de corrupción del PP- PSOE, su deseo de acabar con las puertas giratorias y la necesidad de cambiar la relación con Catalunya y Euskadi han sido los ejes de su discurso.

Para Mariano Rajoy, los casos de corrupción han pasado factura al Partido Popular, pero aún así mantenía que “aquí se persigue la corrupción, no como en otros lugares”. Al mismo tiempo, le recordaba a Rivera sus declaraciones en un programa de Jordi Évole, en el que el líder de Ciudadanos reconocía haber pagado facturas en negro cuando éste todavía no se dedicaba la política.

Pedro Sánchez, comenzó su intervención acusando a Pablo Iglesias de tener en sus filas a Iñigo Errejón y a Juan Carlos Monedero como posibles casos de corrupción, en un intento de defenderse por su pasividad ante la corruptela presente en su partido con los ERES en Andalucía. Sánchez también cargó contra Rajoy por los SMS a Bárcenas y presumió de que “el PSOE tiene unas cuentas transparentes a las que cualquier ciudadano o ciudadana puede acceder”.

El líder de Ciudadanos, Albert Rivera echó mano en este apartado de sus cartulinas, que igual servían para desprestigiar a Unidos Podemos que para atacar a Mariano Rajoy, al que invitaba a reflexionar para que abandonara la primera línea de la política estatal. Aquí se vivieron momentos de tensión entre ambos candidatos y fue el único momento del debate en el que la espontaneidad hizo aparición.

Las relaciones con Catalunya, el conservadurismo patente de Rajoy, Sánchez y Rivera en este sentido, y la necesidad de, según Iglesias, otorgar la oportunidad a la ciudadanía catalana de poder decidir libremente su futuro, como el de todos los pueblos del Estado español, pusieron fin a este apartado de regeneración democrática.

Política exterior

También aquí los candidatos siguieron con sus monólogos. La crisis de las personas refugiadas, el terrorismo internacional y el modo de combatirlo, las relaciones transatlánticas y el control de los paraísos fiscales, fueron los aspectos más destacados en esta materia.

Pactos postelectorales

Este fue el último de los bloques del debate antes del minuto final. En él, los únicos partidos que dejaron claro cuál era su postura fueron PP y Unidos Podemos. El Partido Popular tendió la mano al PSOE para gobernar juntos dentro de una gran coalición, “como se hace en el resto de Europa”, inquirió Rajoy. Pablo Iglesias siguió con su estrategia de acercamiento al PSOE para poder “lograr un acuerdo progresista”. Sánchez, no aclaró nada y se mantuvo en sus tesis de no apoyar a Rajoy bajo ningún concepto y Rivera por su parte tampoco concretó nada en este sentido.

Para terminar el debate, aunque de esto tuvo poco, un minuto final para cada candidato. Cada uno lo aprovechó como mejor pudo. Pero fuera de esto, lo único que quedó claro es que las propuestas siguen siendo las mismas, que el formato del programa dejó pocas ocasiones para la improvisación y que la influencia de este sobre las y los electores va a resultar más bien escasa.

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