La progresiva criminalización de los movimientos sindicales en Francia

El sindicalismo francés, amenazado por la 'droitisation'La Francia de izquierdas ya no existe y hay que gobernar satisfaciendo sólo las demandas de la derecha. Ésta parece ser la convicción del presidente francés, el socialista François Hollande, y de su primer ministro, Manuel Valls. Ambos basan su acción de gobierno engarantizar la seguridad interior frente al terrorismo yihadista y llevar a cabo lasreformas económicas liberales que las fuerzas conservadoras no se atrevieron a realizar.

La teoría de la droitisation (derechización) de la sociedad francesa, sin embargo, no parece encajar con el amplio rechazo generado por la reforma laboral, conocida como la Ley El Khomri, que está tramitando el Gobierno de Manuel Valls.


Cerca de 500.000 personas (224.000 según las autoridades) se manifestaron el 9 de marzo en contra de este proyecto de ley, dando lugar a la mayor protesta sindicaldurante el mandato de Hollande. Esta movilización se prolongará durante las próximas semanas hasta culminar con una huelga general el 31 de marzo. No obstante, este nuevo movimiento de protesta deberá hacer frente a la criminalizaciónexperimentada por la acción sindical francesa.

Acciones "inaceptables"

"No es cierto que la lucha sindical se haya reducido de forma drástica en Francia durante los últimos años", explica a Diagonal Christian de Montlibert. Este sociólogo próximo a la izquierda francesa constata, en cambio, un tratamiento mediático más severo y partidista, en el que se presenta a los sindicatos "como un movimiento malintencionado".

"Inaceptables". Así calificó en su portada el diario Le Parisien los incidentes del pasado mes de octubre entre los trabajadores y los dirigentes de Air France, que se hicieron mundialmente famosos por la imagen del director de recursos humanos de la compañía con la camisa desgarrada.

Estos incidentes no sólo no impidieron la severa reestructuración de la plantillade la aerolínea, que prescindirá de 1.600 de sus empleados durante este año pese haber registrado un beneficio neto de 118 millones de euros en 2015, sino que provocaron el despido y el enjuiciamiento de seis de los manifestantes.

El mismo trato severo padecieron los sindicalistas de la fábrica de neumáticos Goodyear en Amiens, al norte del país. A principios de 2013 un grupo de trabajadores de esta multinacional estadounidense retuvieron encerrados durante 30 horas al director y al responsable de recursos humanos de la planta, con el objetivo fallido de evitar el cierre de la fábrica, que empleaba a más de mil personas.

La violencia del paro

Los incidentes protagonizados por los sindicalistas de Air France y Good­year son "acciones heréticas, necesarias, ya que sirven para deslegitimar y debilitar el poder de las autoridades", afirma Christian de Montlibert. Según él, estos episodios de confrontación y violencia verbal y física no se pueden desvincular de la violencia del paro: "Los parados no sólo se estresan más, sino que también sufren más enfermedades y tienen una menor esperanza de vida".

"Una camisa desgarrada no es nada al lado de la situación cotidiana de aquellos que están en el paro, y que pueden perderlo todo: su camisa y quizás su vida"

"Una camisa desgarrada no es nada al lado de la situación cotidiana de aquellos que están en el paro, y que pueden perderlo todo: su camisa y quizás su vida", explica De Montlibert. Reconoce, sin embargo, el hecho que "el nivel de tolerancia a la violencia física ha bajado de forma significativa durante los últimos años".

"Desde hace dos o tres décadas, los medios, los políticos y los intelectuales de éxito criminalizan habitualmente cualquier forma de violencia colectiva", asegura el historiador François Cusset en la Revue du Crieur. Critica, asimismo, la manera con la que en los manuales de historia "se disocia la lucha sindical más virulenta de las grandes conquistas sociales, que no hubieran sido posibles sin el uso de la violencia física".

Criminalizar los movimientos


La politóloga Vanessa Codaccioni, especialista en represión sindical, explica en una entrevista en el diario digital Mediapart que "la acción sindical siempre ha sido reprimida por las autoridades francesas, pero desde la mitad de los años 2000 estamos frente a un proceso de criminalización de los movimientos sociales".

En enero, ocho de los exempleados de Goodyear fueron condenados a nueve meses de prisión incondicional por haber retenido a sus patrones, lo que representa una de las penas más severas por este tipo de acciones que se prodigan en Francia desde 2009. Los sindicalistas de Air France, investigados por los incidentes de octubre, podrían hacer frente a penas de hasta dos años de prisión durante el juicio que se celebrará a finales de mayo.

La criminalización de los movimientos sociales "resulta especialmente significativa en el caso de los militantes ecologistas a los que se puso bajo arresto domiciliario durante la Cumbre del Clima de París (COP21) después de los atentados del 13 de noviembre", afirma Codaccioni.

De las más de 3.500 inspecciones administrativas que se han producido durante el estado de emergencia, sólo cinco han derivado en una investigación terrorista, mientras que ocho militantes ecologistas han sido arrestados en su domicilio de forma temporal.

Las extremas medidas de seguridad interna establecidas tras los atentados de noviembre, que se prolongarán hasta la conclusión de la Eurocopa en julio, pueden obstaculizar la movilización sindical francesa en contra de la reforma laboral del Gobierno de Manuel Valls.

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