Debate económico: todos ofrecen empleo como si fuera un mercadillo

Debate económico para olvidar
La audacia de la Sexta TV para reunir en un debate a los cuatro aspirantes a Ministros de Economía, salvo De Guindos que parece ya está preparando una salida honrosa tras su pésima gestión, devino en un auténtico fiasco intelectual, tanto estético, como de fondo.


Tal vez la decepción más grande fue observar cómo un docente reputado como Luis Garicano era incapaz de hablar en público con soltura y tenía que recurrir a la lectura, y encima sin fluidez, para tratar de exponer sus argumentos. Hasta el minuto final de gloria, que normalmente tratas de introducir tus mensajes más claros y directos, resultó una tortura para sus posibles votantes. Realmente, antes de lanzar soflamas a favor de la formación, debería practicar la oratoria.

Salvado este primer tropiezo, la tónica del debate fue pareja a la de esta campaña, es decir, tediosa, burda, de un nivel ínfimo y sin que aparezca un liderazgo claro que invite a dejar lo que se está haciendo para sintonizar con algún candidato, tal vez dejando la puerta abierta a que en un futuro alguna mujer recupere la solvencia intelectual que han perdido los varones desde hace muchos años en España.

Lo que sí se vio fue un juego de estrategia muy marcado, y nadie se salió del guión. El gobierno lanzando mensajes de lo bien que dejan el país, tras la debacle socialista, mensaje que Jordi Sevilla se encargó de puntualizar desde el backstage, aludiendo que España estaba en crisis, como el resto del mundo. Siendo esto cierto, a Sevilla hay que recordarle que Zapatero también fue responsable de echar gasolina a un fuego del que era consciente, y que como muy bien recuerda su eterno enemigo en Ferraz, Miguel Sebastián, nadie se atrevió a apagar la música en medio de la orgía crediticia. Como siempre pasa en estos debates, el ministro De Guindos faltó a la verdad en numerosas ocasiones, aportando datos que nadie comprueba, salvo algunas cifras que el programa de Ana Pastor trataba de refutar, sin mucho éxito, y que el votante es incapaz de asimilar. Decir en público que no ha habido recortes en dependencia es realmente obsceno y miserable, teniendo en mente muchos casos, como el del niño en Castilla La Mancha que murió antes de poder utilizar una silla adaptada. Asegurar que no ha habido mengua en subsidios, como el desempleo, o prestaciones sanitarias y/o educativas, es engañar a muchos ciudadanos que, salvo por el absurdo juego de trincheras, debería ser penalizado.

La gestión en materia de gasto público, empleo y fiscalidad del PP merece un reproche ciudadano, pero también intelectual, y ayer en dicho debate no se hizo con la contundencia y la sabiduría suficiente, salvando, eso sí, que el formato solo permite pequeños monólogos mitineros, tratando de vender un libro que se sabe, a priori, falso y escrito por asesores que aún saben menos que los titulares. Suena a sarcasmo que alguien pueda seguir defendiendo el modelo de crecimiento y empleo que España atesora y que, según De Guindos, nos hace ser merecedores de elogio internacional. El ministro debería saber, porque aprobó una oposición para gente muy lista, que España aún no ha alcanzado el nivel de PIB y empleo previo a la crisis, cosa que la UEM si ha logrado, por lo que es lógico que crezcamos más y creemos más empleo que economías que ya han vuelto a la casilla de salida de la crisis. No es ningún milagro, es simplemente que crecemos más despacio y con peor calidad que lo hace, por ejemplo, Francia y Alemania que, en medio de la crisis, aumentaron su gasto en educación y elevaron el salario mínimo.

La postura de Jordi Sevilla se tradujo en un revival de Ozores: que vienen los comunistas. Parece mentira que ahora, en pleno siglo XXI, alguien tenga la desfachatez de alentar los espantajos de una formación como el Partido Comunista de la que, por cierto, provienen buena parte de cuadros del PSOE, y con quienes gobiernan en muchos pueblos y ciudades de España. Esta indigencia intelectual, que le llevó a emplear más tiempo en las diatribas contra Podemos que a explicar su programa lleno de promesas que jamás cumplieron cuando estuvieron en el gobierno, resultó llamativa en un partido que quiere gobernar el país.

Siguiendo con la estrategia, solo Garzón pudo, a duras penas, introducir sus mensajes, aunque se le notó nervioso y algo débil en la argumentación para defender su manifiesta postura frente al euro. Ahí le faltó haber preparado toda una batería de medidas que se están gestando en otros países de la UE donde ya se han dado cuenta que el euro y su estructura en estas circunstancias es inviable si queremos de verdad facilitar una vida digna a los millones de ciudadanos europeos que se han quedado ya en la marginalidad. Por último, Garicano apenas pudo introducir sus dos ideas sobre el complemento fiscal y el contrato único, sin mucho éxito, y siempre dando una imagen de comparsa que, en el fondo, dibuja una sensación que comparte el ideario y la ideología de De Guindos y Sevilla, con algunos matices de regeneración democrática, ya demasiado manidos.

Salvando el aspecto de la estrategia y la puesta en escena, el fondo del debate fue decepcionante. Salvo Garzón, todos asumen que no hay espacio de movimiento dentro de la UE para llevar a cabo nuevas políticas. Por ello, se enzarzaron por apostar quién creará más empleo utilizando instrumentos fracasados como subvenciones, bonificaciones a la Seguridad Social y empleo público transitorio. Ninguno fue honesto reconociendo que todo lo que proponen ya ha sido probado y no funciona, como la tarifa plana para contratos indefinidos, o el Plan Prepara para parados de larga duración que, dado su carácter restrictivo, apenas ha permitido a un 10% de los potenciales usuarios acceder a él. Toda la esperanza se plasmó en que creciendo se cerrará el gap del desempleo. Nadie habló de la caída de población activa y del subempleo, y que los salarios volverían al punto de partida sin negociación colectiva, como defendieron Garicano y De Guindos. El resultado del debate para los parados de larga duración y para los mayores de 50 años debió de ser frustrante porque en un país en el que hay una obsesión por rejuvenecer plantillas, sin tener plan B para los que salen, solo se aprecia una voluntad por recuperar los subsidios para mayores de 52 años, en boca de Sevilla, para que empalmen con la jubilación. Negro panorama para un colectivo, junto con el de jóvenes, mujeres y discapacitados, que pueden considerarse en muchos casos parados crónicos de por vida, sin que partidos políticos y otros agentes sociales velen por sus derechos constitucionales.

En materia fiscal, de igual forma, mucha verborrea sobre fraude fiscal, vendiendo primero el gasto público a utilizar, antes de tener el dinero en caja, algo que choca contra el sentido común, algo que brilló por su ausencia en el debate. De nuevo, las propuestas fueron deslavazadas y poco creíbles. De Guindos volvió a mentir, afirmando que ahora se pagan menos impuestos que al final de la legislatura de Zapatero, algo que contradice el BOE y las cifras de la Agencia Tributaria. Debería saber el ministro que el IVA sigue en un nivel superior a 2011, también ha habido subidas en Sociedades, pero además, hay nuevos copagos y las tasas universitarias son significativamente más altas, algo que también afecta a la renta disponible de los hogares, especialmente los de menor renta. Si el ministro supiera lo que es la propensión al consumo, identificaría que son los percentiles de renta más bajos los que sostienen el consumo, precisamente a quienes más se les ha restringido la capacidad adquisitiva. El PSOE ahora vuelve a hablar del Impuesto de Patrimonio, precisamente quien lo definió como un impuesto confiscatorio de las clase medias, lo que resta mucha credibilidad a la fortaleza de su ideario económico que se observa es bastante voluble, dependiendo que facción lidere la Secretaría de Economía de Ferraz. Garicano ensalzó su complemento salarial para rentas medias y bajas, instrumento que no ha cuajado del todo allí donde se ha implantado. La reforma de Garzón es clásica, lograr que las rentas del capital paguen más que las del trabajo y que los percentiles de renta a partir de 60.000€, de forma lineal, sostengan el incremento de recaudación previsto, algo más de 3 puntos del PIB. En todos los casos, las cifras que se dan no ajustan por la posibilidad de deslocalización y/o fraude que, de momento, nadie es capaz de erradicar, porque está imbricado en el ADN social.

En materia de pensiones y Seguridad Social, el debate fue desigual, destacando, por fin, que el PSOE se atreva a plantear un impuesto finalista para financiar la Seguridad Social que, sin ello, va hacia la quiebra. Aquí sí hay coincidencia entre los partidos de izquierda en que el problema es de ingresos, pero las soluciones planteadas se me antojan tibias para la magnitud del problema. De Guindos y Garicano tienen un planteamiento similar, es decir, con crecimiento todo se arregla, sin señalar que ahora creciendo al 3,5%, el déficit aumenta y las cotizaciones apenas recaudan más, dada la enorme cantidad de subempleo, que ha llegado para quedarse. Sorprende la frialdad con que De Guindos asevera que las pensiones están garantizadas cuando, gracias al PSOE y al PP, la pensión media no hace más que reducirse, ya que el invierno demográfico no cesa. Como solo hablan y discuten para cuatro años, ni una palabra sobre cómo cambiar la tónica demográfica, es decir, aumentar la natalidad, ayudas directas por hijo como en Francia, ridiculizadas por Rivera y Garicano. Y por supuesto, lo de la conciliación personal, que no familiar, y laboral siempre quedan para otro debate.

En conjunto, un parado de larga duración, un discapacitado severo, un pensionista con copago o un investigados se habrán acostado muy frustrados por el escaso conocimiento de los debatientes, así como las insufribles diatribas entre ellos, especialmente en lo referente al Partido Comunista. Lo que sí quedó claro es que PP, Ciudadanos y PSOE acatarán sin rechistar las órdenes de Bruselas para reducir el gasto público y recortar donde más duele. El PSOE lo empezó en 2010 y el PP lo ha rematado a partir de 2012. En el marco actual del euro no caben otras políticas, como se encargaron de recordar en el caso de Grecia, acusando falsamente al gobierno actual de todos los problemas creados por la coalición del PASOK y ND. Este modelo es el ejemplo que muchos lobbys y social-liberales del PSOE, así como el IBEX, están intentando replicar en España a partir del 26J, junto a la muleta de Ciudadanos, pero que se ha demostrado funesto para la clase más desfavorecida. Este colectivo es el gran olvidado y degradado por los principales partidos en aras de favorecer a la clase media trabajadora, que son los que han sufrido más, según las cúpulas de estas organizaciones. Una falacia más.

SOMOS sindicalistas cuartopoder | imagen EFE (Victor Lerena)

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