Las familias monoparentales, al borde del abismo: 4 de cada 10, en riesgo de pobreza

Una mujer arrastra por la nieve el trineo en el que va montado su bebé. / Alexander Dummer (Pexels)
“Me sobra mes al final del sueldo” es el lema de las familias monoparentales.
Una nevera rota, un arreglo de un desperfecto en el hogar, una reparación de un vehículo. Todos estos son gastos inesperados que, en el caso de las familias monoparentales con hijos a su cargo, suponen un verdadero quebradero de cabeza. El 65% de estos núcleos familiares no puede hacer frente a un único gasto no planificado, cifrado en 650 euros. No es el único dato que descubre una dura realidad de las familias compuestas por un adulto y uno o más hijos a su cargo.
Hay que centrar el foco en las mujeres, puesto que en España el 90% de las familias con un solo miembro adulto son maternosostenidas, según datos del INE; es decir, es la madre la sustentadora principal del hogar por maternidad en soltería, divorcios, separaciones y viudedad.
El riesgo de pobreza en las familias españolas es un indicador que se ha agravado en los últimos años: a nivel general, desde un 19,8% en el año 2008 hasta el 22,3% en 2016, últimos datos disponibles. En el caso de las familias monoparentales el riesgo de pobreza se dispara: afecta a cuatro de cada diez familias (42,2%). En el caso de familias biparentales con hijos a su cargo se sitúa en el 26,7% unos puntos por encima de la media general.
Pese a estas realidades, las familias monoparentales aún no gozan de una ley que regule su situación, su posibilidad de acceder a ayudas, becas, reducciones fiscales… Es la demanda de las distintas asociaciones y federaciones de familias monoparentales. Las familias con un solo progenitor e hijos a su cargo suponen un 10% del total de los núcleos familiares que existen en España.
La Federación de Asociaciones de Familias Monomarentales exige la puesta en marcha de una Ley de Familias Monoparentales, al igual que existe una regulación similar para las familias numerosas. Pretenden “que acabe con la discriminación y la vulnerabilidad que sufren nuestras familias como consecuencia de una falta de políticas de apoyo adecuadas, agravada por la situación de crisis y los recortes sociales que nos han afectado directamente”.
Dificultades para llegar a final de mes
“Me sobra mes al final del sueldo” es el lema de las familias monoparentales. Un tercio de estos grupos familiares tiene grandes dificultades para llegar a final de mes. Otro cuarto de las familias monoparentales asegura tener dificultades para finalizar cada mes con cierta holgura económica.
Y esta situación se repite en cuanto a equipamientos en el hogar, deficiencias estructurales en la vivienda o capacidad para hacer frente a gastos extraordinarios. En el caso de las familias maternosostenidas tiene su base en las condiciones laborales de las mujeres a nivel general. Sobre ellas recae el mayor porcentaje de empleos a media jornada: una cuarta parte (25%) de los contratos que firman las mujeres son a media jornada; en el caso de los hombres, son un 7%.
Según datos del INE del tercer trimestre de 2017, el 41,4% de las mujeres cabezas de familia se encuentra trabajando. Una situación que se ha agravado en los últimos años, como pone de relieve un estudio realizado por la Universidad de Sevilla en el que se abordan las problemáticas de las familias monomarentales. En el año 2001, el 57,4% de las mujeres sustentadoras se encontraban ocupadas.
Violencia machista, violencia institucional y violencia económica
Uno de los casos más extremos de familias maternosostenidas en verdadero riesgo se encuentra en las mujeres víctimas de violencia machista con hijos a su cargo. Es el caso de Mamen y Lucía, dos casos muy distintos pero que comparten un hilo conductor común: ser víctimas supervivientes de violencia machista, haber sufrido violencia económica, ya que su pareja y agresor era el sustentador económico de la familia y sufrirla actualmente por los múltiples fallos en el sistema de ayudas.
Mamen ha entrado en sus sesenta y en la actualidad solo tiene un hijo que depende económicamente de ella. “Me decidí a denunciar cuando tuve un cuchillo en el cuello, pero la situación de violencia venía de tiempo atrás. Y aun así, con mi situación económica, decidí denunciar. No fue fácil: subí y bajé tres veces las escaleras del juzgado antes de denunciarle: ¿dónde me iba yo con cuatro hijos? Así me quedé, con una mano delante y la otra detrás”.
Mamen tiene grandes reclamaciones a las distintas instituciones, ya que durante más de quince años ha sufrido la lentitud de la burocracia, incluso en estos casos en los que las mujeres obtienen una tarjeta que las identifica como víctimas supervivientes de violencia machista. “Los procesos de concesión son larguísimos, he llegado a esperar hasta tres meses para saber si me concedían una ayuda. ¿Qué hago yo durante esos tres meses? ¿Adónde voy?”.
Por la lentitud y la inoperancia de los sistemas de ayuda familiares tuvo que recurrir a la caridad. “No te imaginas lo que es tener que ir a una parroquia a pedir algo de comida porque no tienes nada que darle a tus hijos. Se lo digo siempre a mi hijo pequeño: con una patata y una cebolla he hecho casi milagros en la cocina. Me he quedado muchos días sin comer por darles de comer a ellos”. Está al tanto de las exigencias y futuras medidas en materia de familias monomarentales, pero ella lo tiene claro, ya que “en el papel todo luce de una manera, pero luego a la hora de ponerlo a funcionar es cuando falla. Mi apuesta es que estas ayudas no dependan de los gobiernos autonómicos o el nacional, sino de los ayuntamientos. Ellos saben realmente cómo está el terreno”.
Ayuda vecinal
El caso de Lucía ahonda en la necesidad de las redes municipales y de barrio. “El barrio donde vivo ha hecho mucho por mí”. Ella vive en una ciudad con bastante movimiento asociativo y reivindicativo. “Los vecinos han hecho mucho, los padres del colegio de mi hija, también. Han sabido entender las necesidades de las distintas familias”. Sin embargo su discurso se torna negativo al hablar de los sistemas públicos que son “lentos y no entienden para nada las necesidades reales de las familias en mi situación. Yo me quedé en la calle con nada, literalmente. Mi expareja, al que denuncié por violencia machista, no me dejó ni recoger mi ropa ni mis enseres, así que me fui con lo puesto”.
Lucía no entiende algunas de las medidas de los gobiernos autonómicos ni que no se favorezcan algunas actividades públicas para familias monomarentales. “No hay casi actividades gratuitas o de bajo coste enfocadas familias como la mía, además competimos con el resto de tipos de familias, cuando lo nuestro es una necesidad, a veces no tenemos con quién dejar a nuestros hijos”.

SOMOS SINDICALISTAS ®2017 | Fuente: cuartopoder | Autor/a: Ana Isabel Cordobés

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